África/ El mapa del hambre. Para no olvidar- Angola: 155.000 niños mueren cada año de hambre y enfermedades
Luanda (Agencia Fides)- Marzo 2003 Angola es un país devastado por la guerra civil que duró unos 27 largos años. En la primavera del año pasado los guerrilleros de la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) firmaron un acuerdo de paz con el gobierno. La guerra sin embrago dejó al país en ruinas: carreteras y puentes destruidos, millones de prófugos, y 15 millones de minas dispersas por los campos.
Con 12 millones de habitantes, Angola cuenta más minas que personas. Son precisamente las minas una de las mayores tragedias que afligen a Angola. Diseminadas sobre gran parte del territorio angoleño sin localizarlas en un mapa, hacen imposible cultivar vastísimas extensiones de terreno; en Angola, en efecto, sólo el 3% del terreno fértil es cultivado. Las lluvias además mueven estos aparatos constantemente, volviendo inaccesibles terrenos recién sembrados y considerados seguros. A esto se añade el gran número de mutilados, más de 70.000, que dependen de la ayuda de los familiares, y que no pueden ser ayuda para cultivar los pocos campos que han quedado.
El licenciamiento de los guerrilleros de la UNITA ha engendrado un gran número de prófugos. “Los ex guerrilleros y sus familias desarraigadas de sus pueblos de origen, están sin medios de sustento y dependen de las ayudas internacionales para sobrevivir” dicen las fuentes locales contactadas por la Agencia Fides. “Actualmente son un millón ciento sesenta mil los refugiados internos recogidos en los campos de prófugos en Angola, asistidos por el Programa Alimentario Mundial. Se trata de un incremento del 11,5% respecto a hace sólo unos pocos meses. Estamos obligados a reducir las raciones de comida porque el número de las personas asistidas aumenta de día en día. El problema mayor es transportar las provisiones de alimentos a cada rincón del territorio nacional. Es un escándalo que en un país que tiene todas las potencialidades para tener una agricultura floreciente, la gente se muera de hambre”.
Para quitar el hambre a un millón ciento sesenta mil personas en estado de necesidad, la comunidad internacional ha acordado hasta ahora 241 millones de dólares (de los cuales sin embargo se ha entregado sólo un tercio, 80 millones de dólares) para adquirir y distribuir más de 305.000 toneladas de comida. “Desgraciadamente estas ayudas no son suficientes” dicen las fuentes de la Agencia Fides. “Este año, en efecto, se espera la vuelta de 250.000 angoleños, que se habían refugiado en los países limítrofes para huir de la guerra. El número de las personas que tendrán que recurrir a las ayudas alimentarias internacionales aumentará, hasta un millón novecientas mil, equivalente a una necesidad se unas 500.000 toneladas de comida. Se prevé no obstante que, dadas las pésimas condiciones de la agricultura local, en el 2003 serán entre dos millones cien mil y dos millones cuatrocientas mil las personas que tendrán que recurrir a las ayudas internacionales para satisfacer su hambre. La cantidad de comida para distribuir podrá así alcanzar las 630.000 toneladas”.
La Iglesia local está haciendo todo lo posible para ayudar a estas personas: a los prófugos, acampados en estructuras improvisadas, sin comida ni medicinas, la Comisión “Justicia y Paz” angoleña está enviando fondos y género de primera necesidad recogidos en las diócesis y en las parroquias. Se trata de un gesto de solidaridad concreta y de sensibilización al problema, pero eso sólo no basta.
La Iglesia angoleña pide por tanto el envío urgente de ayudas internacionales pera resolver el drama de estas personas. Las fuentes de la Agencia Fides dicen que: “Aunque algunos de los campos de refugiados han sido desmantelados recientemente y las personas que allí vivían han alcanzado sus pueblos de origen, la situación del país sigue siendo difícil. Sólo pocos grupos de personas, en efecto, fueron enviadas a sus pueblos. Su inserción en la vida civil tiene lugar con mucha lentitud, hasta tal punto que aquellos que han podido volver a sus campos han llegado en plena estación de lluvias y no han conseguido sembrar a tiempo para la próxima cosecha; ahora estas personas corren el riesgo de morir de hambre. Gracias también a la ayuda de la Iglesia, se está intentando darles condiciones de vida aceptables. Además de la comida, la ropa y géneros de primera necesidad, se distribuyen instrumentos de trabajo y semillas. El objetivo final es él de reinsertarlos plenamente en la vida civil y hacerlos autónomos, sin depender más de ayudas externas”.
La ayuda de la Iglesia angoleña es más importante aún si se piensa que sólo el 5 y el 10% del territorio está asistido por las organizaciones humanitarias internacionales. Por estos motivos la UNICEF ha pedido a las misiones y a las parroquias dispersas sobre todo el territorio del país ayudar en la campaña de vacunación de los niños contra el sarampión, que comenzará en abril. “La emergencia alimentaria va a golpear un país con un índice de mortalidad infantil elevadísimo” dicen las fuentes de la Agencia Fides, “un niño de cada cuatro no alcanza los 5 años, esto significa que cada año en Angola mueren 155.000 niños. Un dato espantoso, porque la causa de la muerte son enfermedades que pueden ser fácilmente curadas o prevenidas como el sarampión o la tos ferina. Por eso la Iglesia angoleña apoya diariamente con empeño la campaña de vacunación de los niños, ayudando a los médicos a superar las desconfianzas de la gente, que derivan de antiguos prejuicios arraigados en la cultura local”.
sábado, abril 19
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